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Josep Maria Piera
Albert Vilar
Toni Segarra
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Jorge Segarra
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Tuning
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Oriol Villar
Ginestra por Xavi Mauri
Siempre he pensado que para ser un buen profesional, debes aprender las mejores skills de la gente a la que admiras. De las personas a las que más he “robado”, sin duda, es a Nacho. Y una de las cosas que aprendí de él, es la humildad. Por eso, para honrarlo, me apetece contar una anécdota donde él es el protagonista y yo un secundario que estaba allí, viviendo una noche más en la agencia antes de una entrega. Un clásico.
Llevábamos muchos días trabajando en un concurso, pero hasta que no sientes la presión del tiempo, no se rematan las cosas. Algo que Nacho tenía claro, es que la falta de tiempo no podía ser una excusa que afectara al resultado final. Se suplía con más horas y punto. Y en esa época, no nos importaba, ya que éramos una piña con las ganas de hacerlo lo mejor que supiéramos. Capitaneados por Nacho y Uri Gil, los dos Heads of Art de Villarrosàs, nos dividimos entre todos el trabajo. Había que hacer muchos materiales y Nacho había decidido hacer los 3D, que ya había empezado a plantearlos por la mañana.
Pero esa noche, tenía entradas para ir a un concierto con Marta (o quizás era al teatro). Aun así, tenía claro lo que había que hacer: dejar renderizando los 3D unas horas, irse al concierto, volver sobre las 1 de la mañana y poner todo lo suyo en la presentación, que ya estaría lista. Un plan perfecto. Lo puso en marcha y se fue.
Seguimos trabajando, cenamos algo y de repente hubo un pequeño apagón en todo el edificio. Nos asustamos por si no volvía la luz, pero fueron segundos. Nada de que preocuparse… menos para Uri Gil, que sin venir a cuento empezó a cabrearse y a gritar. Nosotros intentábamos entender la situación, pero Uri no entraba en razón. “¡Es que no lo entendéis, nos vamos a quedar toda la noche! ¡No lo entendéis!” Y siguió “¡Nacho no ha guardado los 3D, lo conozco! ¡No ha guardado nada desde que ha empezado!”. Reconozco que los que estábamos ahí le tratábamos de loco. A nadie nos entraba en la cabeza que en ningún momento del día hubiera guardado. Es casi un gesto automático. Era imposible. Pero él seguía “Ya los veréis cuando vuelva”.
Pasaron las horas, lo terminamos todo y llegó Nacho, con su calma habitual y confesando que no había cenado nada. Se pilló unas cuantas patatas fritas que habían sobrado y se fue para su sitio. Cuando toco el ordenador soltó “¡Ui! ¿Qué ha pasado? ¿Se ha apagado el ordenador?”. Le contamos que se había ido a la luz, y aun sin sentarse y con la mochila puesta, nos dijo “Pues no había guardado nada” y se puso a reír. Uri nos miró a todos y sonrió irónicamente.
Fue entonces cuando Nacho remató con una gran frase final “Bueno, ahora sé cómo se hace. Lo haré mejor y más rápido”
Nos fuimos a dormir a las 10 de la mañana.