Ginestra por Pipo Virgós



Como me pasa con algunos de mis amigos del colegio, con los que nunca fui a clase, yo nunca coincidí con Nacho en ninguna agencia. Los dos trabajamos en *S,C,P,F… pero en etapas distintas. Sí trabajé con Marta, y, a lo largo de los años, nos fuimos cruzando a través de excompañeros de uno y otro que se convirtieron en puntos de encuentro, en grupos de amigos. Por lo que nuestra relación siempre fue más personal que profesional. Hecha de risas y cenas. Recuerdo una noche mítica en la que Nacho cocinó un salmón en el lavavajillas (y después nos lo comimos).
            Pero sí trabajé con él en algunos proyectos cuando abrió con Uri su propio estudio: Own. Paco y yo acabábamos de aterrizar en Shackleton Barcelona con Aureli, que había sido su jefe en Arnold y era devoto suyo y de su trabajo, y a la primera ocasión que tuvo nos puso a colaborar. Sinceramente, no recuerdo muy bien los proyectos. Creo que uno era una campaña de concienciación sobre el reciclaje para el gobierno andorrano, otro para la Generalitat, y puede que alguno más. Aunque podría equivocarme. Éramos una oficina recién abierta y teníamos muchos proyectos pequeños que no siempre salían. Y algunos de los que salían, bueno, eran más bien para olvidar. Tratar de recordar eso después de casi 20 años es como tratar de averiguar lo que guardo en un disquete de ordenador. Sin embargo, lo que sí recuerdo como si fuera ayer es ir a su estudio en el pequeño local que tenían en Gracia y encontrármelo allí, puliendo interletrajes, después de una noche sin dormir. Nunca le pregunté, ni a él ni a Uri, por el sentido del nombre de su estudio, que me parecía bonito y evidente.
            Ahora pienso que tal vez Own no hiciera sólo referencia a su manera de ver su empresa, sino a los proyectos que hacía en ella. Porque para él nada estaba bien si no estaba perfecto. Porque para él todos los proyectos eran su proyecto. Él se tomaba muy, muy en serio su trabajo por la simple razón de que le gustaba mucho lo que hacía. 


“Era su propio antihéroe de historias maravillosas.”

En cambio, cuando recibí la petición de escribir este texto lo primero que se me vino a la cabeza fue Nacho protestando, porque a él no le hubiera parecido necesario hacer algo así. No se daba esta importancia. Puedo imaginármelo diciendo “No, no, no, no. Ni se os ocurra, chicos, yo no soy tan importante. No, no, no, no”. Era muy gracioso cuando hablaba de sí mismo. Era su propio antihéroe de historias maravillosas. Y ese equilibrio tan difícil entre no tomarse muy en serio, pero sí su trabajo, era lo que le hacía muy grande. Por eso, y no sólo por la calidad de su trabajo, para mí Nacho sí es muy importante. Intentar ser como Nacho es importante. 

Nacho Ginestra — 18.02.23