Ginestra por Inés Fernández



Conocí a Nacho gracias al c de c. Y por culpa de una tipografía me enamoré de la forma Ginestra de trabajar. De él aprendí que las cosas más simples y cotidianas también merecen tiempo, mimo y dedicación.
            Conozco a muy pocas personas dispuestas a ir y volver tantas veces como sea necesario para que un trabajo sea redondo. Pienso en él mucho, a menudo en tareas aparentemente sencillas y cotidianas. Cada vez que pongo la mesa, por ejemplo, doy tantos paseos de la cocina al salón como menaje requiere la cena de ese día. Solo así, cuando me siento a cenar, sé que estará perfecta. A la mayoría de los humanos, tanto trayecto les agota, pero él lo disfrutaba. 


“Nacho detectaba 'ese algo', imperceptible a los ojos de los demás, que solo su mirada podía apreciar.”

Insisto, a Nacho le encantaban las idas y venidas, aunque no siempre en línea recta. Los enredos le atraían. En ellos encontraba múltiples caminos y un sinfín de posibilidades que enriquecían todo lo que llegaba a sus manos. Tras muchos viajes a su lado, descubrí que en cada uno de ellos era donde él detectaba 'ese algo', imperceptible a los ojos de los demás, que solo la mirada de Nacho podía apreciar.
            Poco amigo de presumir, discreto y extremadamente generoso, al igual que los verdaderos maestros; el trabajo de Nacho no tenía fisuras. Y, aunque podía presumir de mucho, nunca lo hacía. Me quedo con su delicadeza en el todo y para todos. Ginestra regaló mucho, y al c de c le legó un verdadero tesoro, que tuve el privilegio de disfrutar a su lado: la creación de una tipografía propia, la "Creativa". Y, por supuesto, regaló la identidad visual de varios de los proyectos del club.
            Vuelvo a la tipografía del c de c. En palabras de Nacho, tenía que ser funcional, amable y versátil. Su nombre inicial era “Idea Sans” y vio la luz en plena pandemia. Se presentó con una de las propuestas con más éxito del c de c: los Pangramas. Pero cuando la ruta ya estaba trazada, mi querido Nacho me tenía preparadas varias vueltas más, como el cambio de nombre de la tipografía a “Creativa”. Para mí, en el departamento de marca, aquello suponía una importante reorganización de la comunicación, pero me sobraban los motivos para comprender el porqué. Aprendí que las cosas no se hacen rápido, se hacen bien.
            Y, sin darse cuenta, me regaló, o mejor dicho, me contagió, sus ganas incansables de encontrar en cada proyecto la diferencia entre lo que damos por perfecto y lo que sería brillante. Aunque aún conservo las ganas, me falta todo lo demás.
            Cuando tengo dudas, siempre pienso: hazlo como lo haría Nacho.

Nacho Ginestra — 18.02.23