Ginestra por  Jorge Segarra



Esas noches que cantas a Bowie mientras cenas un cuerno de cruasán, esa lección de alta filosofía solo con mirar un toldo amarillento con olor a Príncipe de Vergara, ese corazón tan generoso que se olvida de sonar por oír sonar a otros, esa mirada tan bonachona capaz de calmar de un vistazo a la hinchada del Olympiakos y ponerla a charlotear de un documental de salmones o una serie americana de trasteros, esa destreza por pillar la belleza en un charco de la m-30, ese odio a los papanatas de los podólogos y a cualquier palabra que tenga algo que ver con "maldad", esa fideua que haces sin mirar, ese criticar el diseño tan feo de los hospitales, esa Barcelona que llevas dentro aunque te alistes en un submarino ártico, esa furgo de Live True esa mochila de Seagram's esa buena vida de Cinco Estrellas, esa vez que apareces por la Siroco como un mago en su mejor noche, ese café de hace unas semanas entre tú y yo más importante que una sonda desmantelando la luna, esa vez que estamos aquí por ti, esa vez que no pienso volver a escribirte en pasado, esa vez que ser tu amigo, Nachaken, es para siempre aquel gol de Stamford Bridge. 


“Ser tu amigo es para siempre aquel gol de Stamford Bridge.”

Nacho Ginestra — 18.02.23