Ginestra por Íñigo Jerez



Cuando nos veíamos siempre me recordaba, medio en broma medio en serio, que fui su primer jefe. En realidad, fui su compañero en el primer trabajo que tuvo como diseñador gráfico después de salir de la Escuela Massana, pero a Nacho el diseño gráfico se le quedó pequeño enseguida. Un día me dijo: «yo, lo que en realidad quiero ser es director de cine». Creo que lo logró, y si le hubieran dado un poco más de tiempo, habría ganado un Oscar. Nacho contaba historias "pequeñas" desde un formato "pequeño", pero lo hacía desde una perspectiva y una ambición muy grandes. Nacho era un gran director creativo, pero además, era un director de arte brillantísimo, muy fino, y detrás había un diseñador gráfico excelente, con una vocación y un amor por la tipografía impecable, riguroso y creativo. Eso lo convirtió en un rara avis, en un publicista único que mezclaba la creación en su esencia más pura y libre con el gusto y el criterio de lo mejor de la vieja escuela. Nos unía la amistad y, a partir de ahora, y ya para siempre, la tipografía. Lo echo de menos.

Nacho Ginestra — 18.02.23