Ginestra por Tute Ostiglia



Mi Nacho es un Nacho temprano, un Nacho joven y desaliñado, pero elegante siempre. Mi Nacho es un intelectual sin esfuerzo. Un amante de Serrat. Un curioso perenne. Mi Nacho es músico, tocábamos la guitarra en la agencia hasta horas impensables. Mi Nacho es parecido a Miguel Bosé, pero es Bowie. Mi Nacho, además de ser el mejor director de arte y diseñador con el que trabajé, es un artista. Nadie veía en las tipografías lo que él veía. Ni nadie las manipulaba como las manipulaba él. Para Nacho la tipografía era un artefacto sagrado, algo vivo que servía para hacer del mundo un lugar un poco más bello.


“Mi Nacho es parecido a Miguel Bosé, pero es Bowie.”

Nos conocimos por el año 2005, o 2006, no soy bueno para las fechas, él trabajaba en la oficina de Barcelona y yo en la de Madrid, cuando José María Piera y Julio Wallovits se hicieron con el control de Arnold. Conectamos casi inmediatamente. Él era un tipo que, con su sola presencia, modificaba los lugares en los que estaba. Los iluminaba. Recuerdo esa impresión primera, muy poderosa, de estar frente a alguien distinto. Después, con el paso de los meses, y con el roce del trabajo, empezamos a compartir el monstruo ese, el inclasificable, el que habita todas las cosas: los mediodías comiendo frente a la máquina, los procesos creativos infinitos, las inseguridades, la vida de adentro de la agencia, y la otra, la de fuera. Fueron años rápidos, años potentes. En ese tiempo, además de curar mi sordera y hacerme descubrir a Serrat, me enseñó una cosa que todavía mantengo, a mirar mejor. Nacho veía cosas que los demás no veíamos, pero desde todas las miradas posibles. No era una cuestión exclusivamente estética, Nacho tenía ojos en el pensamiento. A veces, cuando veo trabajos que no me gustan demasiado, pienso cómo los miraría él, cuáles serían sus preguntas.
            El día que me enteré de su muerte, me senté a dibujar su retrato. Un poco para honrarlo, y otro poco para retenerlo. Creo que escribí: el mundo va a ser un lugar peor sin Nacho adentro. Y es lo que creo. Creo que el mundo es mucho más feo sin él por acá. Por eso, que a alguien se le haya ocurrido la idea hacerlo vivir para siempre en una tipografía que lleva su nombre, creo que es un acto de justicia; no tanto para Nacho, si no más para nosotros, que no podemos ni queremos soltarlo.

Nacho Ginestra — 18.02.23